domingo, 5 de octubre de 2014

"Real"

Octubre 5, 2014

Resulta que al final todos nos engañan. No es tan blanco y negro como se nos había prometido. En aquellas dos inocentes e utópicas franjas opuestas, nuestra sociedad se encargade embrutecernos ante el medio ambiente en una situación en la que solo conocieramos y reconocieramos (valga la diferencia) dos ámbitos únicos del lo concreto. Pero nos enteramos que entre todas las estafas que nos hacen, esta es de las mayores.  No hay cosa tal como el bien y el mal.

Son demasiadas las escalas de grises que se abstienen de mostrar, y al descubrirlas, esos sútiles e indefensos tonos de color pasaban a tomar una forma por desconocida, marginada. Se podría decir que la razón por la cual resulta mejor darnos dos extremos, surge de la necesidad de un control social que sería imposible de lo contrario. Si se nos dijera que no hay cosa tal como un mal determinado o un bien contundente, no nos veríamos limitados en ningún aspecto de nuestra conducta. Es por esto que una intención de bien común resulta en uno de los fenómenos que más afecta a la raza humana.

Estamos biológicamente (casi) incapacitados para diferenciar el blanco del negro. No estamos aptos para reconocer los grises. La falta de tolerancia que tenemos ante cualquier sujeto que se atreva a desafiar nuestros limitados dos extremos es el catalizador de todas las manifestaciones que comprueban que aunque se considere lo contrario, seguimos siendo la especie más ignorante que ha caminado por la faz de la tierra.

Aura 

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