miércoles, 21 de enero de 2015

La caja

20150121

3:55am

(me disculpo por la ausencia)

Encontré el sueño en el punto epítome de mi nostalgia anoche. Entre cajas de fotos viejas, memorias, y una vida resumida, caí rendida ante las condiciones de la caducidad de mi cuerpo humano. Es ahora cuando me encuentro despierta ante la intensidad de mi melancolía, y mi mente no se apaga de ninguna forma pensable.

Mi madre es un sujeto mítico, así como una sirena. Nunca la comprendí, nunca me comprendió, existen indicios de que estuvo, así como la mar para dejarnos saber que quizás existen las sirenas, pero alguna evidencia concreta y tangible se marchó algunos años para los fríos del norte. Acepté la idea de su despedida, pero nunca pude asimilar de manera completa qué era ella, qué la hacía ser, y la necesidad surge de una ansiedad propia de saber qué me hace ser.

Dejó su vida en una caja. Y me pregunto, en algún momento me sentiré tan desesperada por huir que dejaré todo atrás en una caja? Bueno, la caja, como me gusta llamarle, me dice más de quién era ella que lo que ella misma me ha expresado. Entre tanto rodeo ya llego a mi punto, encontré a Victor en sus famosos mementos.

De pequeña, mi madre me hablaba de Victor. Me contaba del amor de su vida que a pesar de nunca perternecerle, fue alineado por los cosmos a oportunidades en las que pudieron haberlo dejado todo atrás y estar juntos, pero mi padre no se llama Victor. En ese instante vi que en realidad entender a mi madre no me diría nada de quién soy.

Vi las fotos de Victor, se veía felíz. Me pregunto a veces cuán distinta mi vida hubiese sido si Victor fuese mi padre, y aunque me gusta la idea de que mi madre seguiría aquí, y todo hubiese sido distinto, la realidad concluye que cuando se trata de seres como ella, nada hubiera cambiado. Mi madre hubiese seguido siendo una sirena insatisfecha con su vida de mar y con ansias de llegar a la tierra, existen seres así.

El enemigo no es la vida, ella tuvo su oportunidad. Victor vino en varias ocasiones a buscarla, ya que el compartía la idea, pero ella hizo caso omiso. Al final del día, no están juntos. Entonces cuál es la moraleja de mi historia? Olvidar la razón y dejar que los instintos hablen al presentarse una oportunidad con nuestra verdadera felicidad? No. Estaría mintiendo. La moraleja de mi historia es más egoísta.

No quiero rendirme ante mis circunstancias. No quiero encontrarme adulta y admitirme que no estoy con la persona con la que en realidad quiero estar. No quiero ser como ella. No soy como ella. Dejaré que la caja continúe siendo evidencia de que existió, pero no pensaré en que ésta diga nada sobre quién soy.

Andrea

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